La FCQ junto a las escuelas: ciencia y derechos humanos

equipo coordinado por Ana Basso

Desde los primeros meses del año, docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Químicas (UNC) vienen trabajando junto a comunidades escolares y barriales diversas temáticas que vinculan a la universidad pública con diferentes sectores de Córdoba.

A partir de la convocatoria 2024/2025, 4 proyectos de extensión y 3 de articulación interactúan con vecinas, vecinos, docentes y estudiantes con el fin de potenciar el diálogo entre la Facultad y esos territorios. 

Uno de esos proyectos se denomina “Ciencia y derechos humanos: El legado científico de las Abuelas de Plaza de Mayo” y es coordinado por Ana Basso desde 2019. “La propuesta combina genética, historia reciente, políticas públicas y arte, con el objetivo de fortalecer la enseñanza de las ciencias químicas desde una mirada crítica y comprometida con la memoria, la verdad y la justicia”, dijo la docente de la FCQ. 

Orientado a tender puentes entre ciencia, educación y derechos humanos, el proyecto también resulta un espacio de formación para docentes del nivel secundario con interés en aprender herramientas pedagógicas e interdisciplinarias sobre esta temática.

La ciencia como construcción social

El equipo coordinado por Ana Basso está integrado por las docentes María Verónica Canciani Vivanco (Escuela de Historia, Facultad de Filosofía y Humanidades), Gina Fanchin (integrante de Abuelas de Plaza de Mayo, filial Córdoba), Raquel Moiraghi (FCQ) y Daniela Beatriz Nottaris (Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales) junto a los estudiantes Valentino Pesci y Emiliano Saldari.

“Con este trabajo, buscamos que las comunidades educativas comprendan la ciencia como una construcción social, desde un enfoque que integra arte, tecnología y sociedad, tomando como eje la restitución de identidad impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo y su legado científico”, explicó la científica.

El grupo trabaja con comunidades muy diversas en barrios y espacios de Córdoba, desde docentes de nivel medio y estudiantes universitarios hasta equipos de investigación, referentes de Abuelas de Plaza de Mayo y público en general. 

“Cada encuentro se convierte en un espacio de diálogo intergeneracional e interdisciplinario, donde se cruzan saberes, experiencias y afectos. Nos une el interés por construir una mirada crítica sobre la ciencia y por educar frente al pasado reciente con criterios científicos que contribuyan a la verdad y justicia”, explicó Basso.

Evidencia científica, historia y derechos humanos

Entre el 18 de agosto y el 23 de octubre, este equipo interdisciplinario llevó adelante el curso de formación docente “Genética y derechos humanos: Construir memoria en la escuela”, con más de 80 participantes de toda la provincia. La iniciativa contó con el aval del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. 

Asimismo, participó de jornadas en la FCQ en las que proyectó materiales audiovisuales, expuso una muestra interactiva y realizó un conversatorio con integrantes de Abuelas de Plaza de Mayo. “Cada instancia fue pensada como un encuentro para aprender, compartir y conmovernos colectivamente”, dijo la directora del proyecto.

Según Ana Basso, el mayor logro fue ver cómo docentes y estudiantes se apropiaron de los contenidos y los transformaron en propuestas para el aula. “El eje estuvo en narrar cómo los crímenes de lesa humanidad cometidos en la última dictadura cívico-militar no quedaron impunes en el plano del conocimiento, porque el impulso de Abuelas de Plaza de Mayo por conocer la verdad, interpeló a la comunidad científica a desarrollar herramientas concretas para la restitución de la identidad: el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para la identificación de restos humanos en fosas comunes y el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) para restituir la identidad de niños y bebés apropiados durante la dictadura”, comentó.

Trabajar estas temáticas con un enfoque pedagógico y con estrategias interdisciplinarias apoyadas en evidencia científica e histórica permitió que los encuentros se dieran en un marco de fundamentación científica, respeto y pensamiento crítico.

“Cuando la escuela se anima a abrir estas conversaciones con el conocimiento, la sensibilidad y el compromiso ético, el aula se convierte en un espacio de memoria viva y de construcción de justicia, donde la ciencia recupera un sentido social”, expresó Basso.

En los próximos meses, el equipo seguirá ampliando el alcance de la propuesta y buscará producir materiales educativos destinados a escuelas y espacios de formación docente. Además, intentará consolidar una red permanente de trabajo entre facultades y organizaciones sociales, que dé continuidad al enfoque de ciencia y derechos humanos.

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