Innova UNC: Marcela Rodríguez y Daiana Reartes crearon un sensor para detectar arsénico en el agua

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Cada día, decenas de habitantes de la región chaco-pampeana se encuentran con el desafío de emplear aguas subterráneas con elevado contenido de arsénico. Este elemento puede afectar la actividad económica en zonas agrícolas y producir en las personas enfermedades como el Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE).

Al consumir el agua de sus pozos, las y los vecinos del sur de Córdoba, Santiago del Estero o Chaco, entre otras provincias, corren el riesgo de sufrir lesiones cutáneas, enfermedades cardiovasculares, diabetes o cáncer debido a los elevados niveles de arsenito, la forma más tóxica de este metaloide. Las embarazadas, pueden manifestar hipertensión gestacional o partos prematuros y, entre niños y niñas, la enfermedad resulta una amenaza debido a los daños neurocognitivos y problemas de salud en general que puede ocasionar.

Conscientes de la incidencia de esta problemática en la salud pública, la seguridad alimentaria y el desarrollo productivo, Marcela Rodríguez y Daiana Reartes crearon un sensor eficiente, portable y de bajo costo para el monitoreo de los niveles de arsénico en aguas de consumo humano, que en junio pasado obtuvo el segundo puesto en la categoría “Investigación y desarrollo aplicado” de los premios Innova UNC 2025. 

Se trata de un dispositivo impreso, desechable y eficiente, que ya fue probado con éxito en muestras reales de agua potable y corriente en General Levalle (Córdoba) y en aguas subterráneas de Recreo (Catamarca), dos zonas de Argentina donde existen altos niveles de arsénico inorgánico. 

Según Marcela Rodríguez, una de las grandes ventajas de este sensor electroquímico radica en su diseño, el cual permite adaptar su empleo, sin complicaciones, en diversas regiones donde las aguas están contaminadas con arsenito. 

“El bajo costo y la facilidad de uso lo hacen ideal para ONGs, municipios, escuelas rurales y otros actores territoriales de entornos rurales o de escasos recursos. Su uso no requiere conocimientos técnicos complejos ni un consumo energético elevado”, explicó la doctora en Ciencias Químicas.  

¿En qué consiste esta innovación tecnológica?

Desde 2024, en el Laboratorio de Nanobiosensores Electroquímicos y Plasmónicos con sede en el Instituto de Investigaciones en Físico-Química de Córdoba (INFIQC) -de la Facultad de Ciencias Químicas (UNC) y CONICET- Rodríguez y Reartes trabajan en el desarrollo de este sensor basado en un nanohíbrido de oro (NPsAu) y un biopolímero.

Una de las principales innovaciones de este producto biotecnológico se apoya en la afinidad del oro con el arsenito –también conocido como As(III)-, lo que posibilita una detección precisa de este elemento incluso por debajo de los 10 ppb, el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (en inglés, USEPA). 

De este modo, las nanoestructuras de oro de alta calidad del dispositivo, modificadas con un biopolímero natural y biodegradable derivado de la quitina (un polisacárido presente en el exoesqueleto de crustáceos e insectos), permiten monitorear con gran exactitud la presencia del arsénico en el agua.

“El sensor utiliza transducción electroquímica que le otorga alta sensibilidad. Esta particularidad garantiza una cuantificación sensible, tanto en aguas superficiales como subterráneas, y posibilita la miniaturización, lo que resulta clave para su uso en el campo y la integración en sistemas portables, sin necesidad de equipos complejos o costosos”, comentó la científica. 

Teniendo en cuenta que Argentina registra la mayor área afectada por aguas subterráneas contaminadas con arsénico en América Latina, el impacto de esta innovación en las comunidades que enfrentan esta problemática es alto, con beneficios directos en el desarrollo productivo -especialmente en economías regionales basadas en el riego de cultivos y la cría de ganado- y en la salud de sus habitantes. 

“Es una alternativa confiable para el monitoreo continuo de la calidad del agua en regiones vulnerables. Su implementación puede marcar una diferencia sustancial en la prevención del HACRE y otras enfermedades asociadas”, precisó la investigadora. 

Luego de pruebas en territorio, el dispositivo premiado por la UNC comenzó a despertar la atención del sector empresarial. Según Marcela Rodríguez, “algunas empresas del sector productivo han demostrado su interés en efectuar la transferencia del desarrollo para su implementación en el análisis de aguas, en un futuro no muy lejano, especialmente en lugares donde la problemática tiene un profundo impacto”. 

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