
Nota de opinión por Tomás Tempesti, Coordinador Docente ACAP de la Facultad de Ciencias Químicas (UNC).
En la Facultad de Ciencias Químicas (UNC) funciona el Área Centralizada de Actividades Prácticas (ACAP) que busca organizar, sistematizar y optimizar el uso de los materiales disponibles y compras de reactivos e insumos. También, favorecer la implementación de nuevas actividades prácticas, apoyar y realizar actividades de extensión y facilitar la implementación de adecuadas medidas de higiene y seguridad en el ámbito de los laboratorios de actividades prácticas.
La realización de actividades prácticas ha de ser uno de los elementos esenciales a la hora
de plantear la enseñanza/aprendizaje de la ciencia, mediante procedimientos adecuados. Las experiencias deben estar orientadas a simular y/o reproducir fenómenos estudiados en clase de manera teórica, con la idea de que el alumno asimile los conceptos y así, logre un aprendizaje significativo.
El laboratorio y el trabajo seguro en el mismo, se presentan como elementos imprescindibles en la educación científica a todos los niveles.
Planificación: prevenir antes de actuar
Antes de iniciar cualquier práctica, la planificación constituye una etapa clave. Definir los
objetivos del experimento, conocer los riesgos asociados a cada reactivo y verificar el
correcto funcionamiento de los equipos son acciones que previenen incidentes y optimizan
los resultados.
Organizar los materiales, distribuir adecuadamente el espacio de trabajo y revisar los
procedimientos de seguridad antes de cada ensayo son parte de una actitud profesional que
debe fomentarse desde la formación universitaria. Ninguna actividad experimental
debería comenzar sin una evaluación previa de riesgos y sin un plan de contingencia
adecuado.
La seguridad en el laboratorio no es solo una norma, sino una actitud que debe estar
presente en cada etapa de la práctica. Utilizar elementos de protección personal (EPP) como: guardapolvo, guantes y gafas; mantener el orden en las mesadas y respetar los
protocolos son gestos esenciales para prevenir accidentes.
Infraestructura mínima: la base de un entorno seguro
Para que la seguridad pueda cumplirse efectivamente, el laboratorio debe contar con una
infraestructura adecuada, con mesadas resistentes, buena iluminación y ventilación; la
presencia de una campana extractora para trabajar con sustancias volátiles y la correcta
disposición de residuos, son aspectos que aseguran la protección del estudiante y del medio ambiente.
A esto se suman los dispositivos de seguridad como: duchas, lavaojos y matafuegos; y
la cartelería visible que recuerda normas básicas de comportamiento y señaliza los riesgos
presentes.
Trabajar en el laboratorio implica mucho más que aplicar técnicas científicas: significa
asumir una cultura de responsabilidad y cuidado colectivo. La seguridad, la infraestructura
adecuada y la planificación consciente son los tres ejes que sostienen un ejercicio
profesional ético y responsable, en el ámbito educativo.
Solo desde ese compromiso es posible garantizar un entorno donde el conocimiento se
construya con respeto, prevención y conciencia de los riesgos que implica cada experiencia
educativa.
