
El 20 de marzo de 2020, en Argentina comenzó a regir el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), pero en la Facultad de Ciencias Químicas (UNC) siete días antes se había establecido el cierre de sus edificios y la suspensión de las actividades de grado, posgrado, administrativas, de investigación y técnicas debido a la aparición de un caso. La resolución decanal 302 del 13 de marzo de 2020 marcó un momento bisagra.
“Creemos necesario enfrentar entre todo el cuerpo docente y nodocente el desafío de garantizar el derecho a la educación y tomar medidas necesarias para disminuir las consecuencias del cierre de la Facultad, fomentando el uso de plataformas virtuales para mantenernos presentes e interactuando. Nuestros docentes ya están ofreciendo contenidos mínimos a través de la plataforma Moodle, lo que nos permitirá no estar ni tan lejos ni tan cerca, sino presentes”, anunció Marcelo Mariscal, por entonces vicedecano de esta unidad académica.
La Facultad enfrentaba un doble desafío. Por un lado, continuar con la enseñanza mediante clases virtuales y por otro, acompañar los avances científicos debido a que la situación epidemiológica generaba otro flagelo: la desinformación. El desconocimiento sobre el virus exigió el compromiso de las y los investigadores para informar a través de entrevistas y realizar pruebas en el centro de testeos de la FCQ, sumándose así a la estrategia provincial de diagnóstico.
Especialistas en virología, inmunología, farmacología, vacunas y salud pública adaptaron rápidamente sus líneas de investigación al estudio del nuevo virus, mientras los laboratorios de la Facultad se convirtieron en aliados para enfrentar el COVID-19.

Virtualidad y solidaridad ante el desconcierto y el miedo
“Sentí que nos encontrábamos en una situación inédita. Sentí miedo porque no sabíamos si se trataba de una pandemia que rápidamente iba a extenderse y afectar a todas las personas con casos fatales. Eso generaba temor e incertidumbre, esas son las dos sensaciones que más me quedaron grabadas”, recuerda el profesor adjunto Alex Saka.
Por su parte, el secretario Académico y profesor a cargo del ciclo de nivelación Luis Olcese, destaca cómo la solidaridad entre docentes permitió avanzar ante el desconcierto y la incertidumbre de las primeras horas, tras confirmarse el caso positivo en la FCQ unos días antes del segundo examen final del Ingreso 2020.
“La Facultad trabajó mucho en un protocolo para que se pudiera tomar el examen. Con miedo, preparamos y pensamos estrategias. En el equipo del ciclo de nivelación tenemos mucha experiencia con exámenes de opción múltiple y el uso del aula virtual. La noche anterior dormimos poco pensando en todo lo que podía salir mal, pero el examen salió bien. Esa experiencia fue la base para los exámenes únicos integradores que se terminaron tomando en todas las materias durante dos años”, comenta.
A mediados de 2020, en la FCQ la comunidad estudiantil ya tenía una rutina de aulas virtuales que le permitieron seguir formándose a través de clases diseñadas para plataformas digitales y recursos educativos on-line.

Una red laboral y humana
Así como la vida académica continuó a través de clases virtuales, el personal administrativo redefinió sus tareas. El inesperado cierre de la FCQ ocurrió días antes de terminar la carga de sueldos, por lo que la adaptación llegó rápidamente. Mientras las oficinas se cerraban, se abrían las ventanas de los programas en las computadoras de nodocentes con tablas, informes y resoluciones.
“Los chicos de Cómputos fueron un día a casa y activaron todos los sistemas para poder acceder a los datos. Los expedientes eran físicos, con lo cual había que llevarlos para pasarlos a un sistema nuevo que no manejábamos, tuvimos que aprender muy rápido, sin un periodo de adaptación”, explica la consejera nodocente María Eugenia Escalante, jefa de Sueldos en el Área de Recursos Humanos de la FCQ.
Y agrega: “Dejar a alguien sin obra social en pandemia hubiera sido tremendo, pero no existieron inconvenientes. Sin el apoyo de los compañeros hubiera sido imposible. Al tener un problema de informática, cualquiera estaba predispuesto. Los chicos iban a casa con medidas de seguridad, con todo lo que implicaba andar en la calle en ese momento. A nivel humano se sintió el apoyo, la contención tanto de autoridades como de compañeros. Se armó una red laboral y humana muy fuerte”.

En 2021, Ciencias Químicas se convirtió en la primera facultad en comenzar a dictar clases presenciales en Laboratorio I: el 8 de febrero, 550 estudiantes comenzaron a realizar sus actividades prácticas con modalidad mixta y bajo protocolo.
Por entonces, la docente e investigadora Mariana Maccioni encabezó un equipo que estudiaba en Córdoba la combinación de vacunas contra el coronavirus entre 520 personas, las cuales tienen dosis de AstraZeneca, Sinopharm o Sputnik V.

La vida universitaria seguía combinando lo presencial con lo virtual; y quienes egresaban rendían sus tesis a través de plataformas digitales, recibiendo su título a la distancia, con pantallas que se multiplicaban desde distintas regiones del país. En octubre de 2021, regresaron las actividades pero con el uso de barbijos.

En 2022 la vida empezó a normalizarse y el personal regresó a las oficinas de la Facultad bajo protocolo. “Nos fuimos en marzo de 2020 y volvimos en marzo de 2022 a trabajar de manera presencial, porque siempre trabajamos desde casa. Me quedó muy marcado tener que descolgar los cronogramas de 2020 al volver”, recuerda María Eugenia Escalante.
A inicios de 2023, la revista Nature publicó los resultados de la investigación hecha en Córdoba, que demostró la eficacia de la combinación de vacunas contra COVID-19 aplicadas en el país. Mariana Maccioni, Eva Acosta Rodríguez, Belkys Maletto, Laura Cervi, Gabriel Morón y Nicolás Núñez, entre otros, integran el equipo. En Córdoba, el conocimiento científico generado desde la Universidad pública y el trabajo de los equipos de la FCQ fue muy importante.

El Ministerio de Salud provincial reconoció a la Facultad por su labor en pandemia. Foto: Gobierno de Córdoba.
La ciencia, una empresa colectiva
A inicios de 2024, Eva Acosta fue distinguida por el Gobierno provincial como la Mujer Científica del Año. “La ciencia es una empresa colectiva, y así lo tenemos que entender en este momento donde lo colectivo está tan cuestionado. Y si no, les invito a pensar algún desarrollo científico o tecnológico de las últimas décadas que se haya podido lograr de manera individual”, dice la científica en el acto de premiación, al agradecer a las y los colegas que la acompañaron en los avances conseguidos durante la pandemia.

En 2025, el coronavirus ya es un recuerdo, pero todo ese esfuerzo colectivo emprendido desde la FCQ para enfrentar las restricciones del ASPO sigue materializándose en más estudiantes que rinden su última materia, tras cursar en pandemia.
“Estos chicos, que se reciben hoy, abarcaron toda la pandemia. Son licenciados en resiliencia porque tanto los alumnos como los profesores hicieron muchísimo para que cada materia fuera dada, para que los chicos no dejaran sus estudios. Gracias a eso, hoy estamos festejando”, asegura emocionada Silvana, la mamá de Mariana Mosquera, flamante biotecnóloga de la FCQ.

