
— POR EVA ACOSTA RODRÍGUEZ
Secretaria de Ciencia y Tecnología de la Facultad de Ciencias Químicas (UNC).
La Facultad de Ciencias Químicas (FCQ) ha tenido históricamente una fuerte impronta femenina. Desde mi ingreso como estudiante en 1995, hace exactamente 30 años, siempre me sorprendió que las mujeres fuéramos mayoría en muchos ámbitos: entre el estudiantado, entre las profesoras de prácticos, en menor medida en los teóricos, y en el personal administrativo, tanto en el Despacho de Alumnos como en otras oficinas de atención de la Facultad.
Esta realidad contrastaba con mi única experiencia previa en el ámbito universitario: la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de San Juan, donde trabajaba mi madre y que, en ese entonces, compartía instalaciones con la Facultad de Ingeniería, en un entorno mayoritariamente masculino.
Hoy, esa percepción puede respaldarse con datos concretos. Las mujeres representan
aproximadamente 70% del estudiantado de la FCQ, 70% del personal nodocente y 60% del plantel docente. Dado que la mayoría del cuerpo docente cuenta con dedicación exclusiva, ya sea por su cargo académico o por la complementación con posiciones de investigadora o investigador en CONICET, se observa una tendencia similar en los cargos relacionados con la actividad científica.
La investigación científica, como pilar fundamental de la excelencia académica, ha sido una de las características definitorias de la FCQ. Actualmente, la Facultad alberga 5 institutos de CONICET radicados exclusivamente en nuestra institución y 3 institutos compartidos con otras facultades de la UNC. En estos institutos trabajan aproximadamente 240 personas pertenecientes a la carrera de investigador científico de CONICET, de las cuales casi el 60% son mujeres.
El mismo porcentaje se observa entre los casi 280 becarios/as de CONICET, Agencia y SECyT que desarrollan sus actividades en estos institutos. Además, alrededor de 50 personas pertenecen a la carrera de personal de apoyo, con una distribución equitativa entre hombres y mujeres. Aunque existen diferencias según cada instituto, los números reflejan claramente que las mujeres constituyen, al menos, la mitad de la fuerza científica de nuestra Facultad.
Para desarrollar sus actividades científicas, los y las investigadoras deben obtener financiamiento a través de subsidios de instituciones públicas o privadas, tanto a nivel regional como nacional e internacional, en convocatorias altamente competitivas. En este aspecto, la preeminencia de mujeres en la FCQ también es notable. Por ejemplo, en la convocatoria 2024 de la SECyT (UNC), las investigadoras dirigieron 59 de 96 subsidios Consolidar (61%), 20 de 30 subsidios Formar (67%) y 6 de 7 subsidios Estimular (86%).
En términos económicos, de los casi $48 millones otorgados por la UNC a grupos de investigación de nuestra Facultad, aproximadamente $30 millones corresponden a proyectos dirigidos por docentes-investigadoras. Un análisis similar aplicado a la convocatoria PICT 2022, aunque de manera teórica debido a la paralización de la Agencia I+D+i, muestra que 23 de los 47 subsidios con la FCQ como unidad ejecutora están dirigidos por mujeres, lo que representaría un potencial ingreso de más de $200 millones para actividades científicas lideradas por mujeres en nuestra institución, un financiamiento que esperamos se concrete para seguir fortaleciendo nuestro sistema.
Al analizar la trayectoria de mujeres y diversidades en la carrera académica y profesional, es imposible obviar el concepto de techo de cristal, que describe las barreras invisibles que dificultan el acceso de las mujeres a los puestos de mayor jerarquía. Si bien en la FCQ las mujeres siguen siendo mayoría en los niveles más altos de la carrera docente (63% de Profesoras Titulares y Asociadas), en CONICET las investigadoras de la FCQ son mayoría en las categorías iniciales e intermedias, con 54% en la categoría de Investigador/a Independiente y 67% en la categoría de Investigador/a Principal, pero solo 25% en la categoría Superior, lo que muestra una brecha significativa en los niveles más altos del sistema.
Esta diferencia se amplía aún más cuando se analizan los cargos de máxima autoridad dentro de la Facultad y sus institutos de investigación. En toda su historia, la FCQ ha tenido 19 decanos y solo 2 decanas: las doctoras Velia Solis y Miriam Strumia. En cuanto a los institutos de CONICET más antiguos de la Facultad, como el CIQUIBIC y el INFIQC, nunca han tenido directoras mujeres, aunque sí científicas que han ocupado la vicedirección. En contraste, los institutos más jóvenes, como el CIBICI y el IFEC, han contado con directoras en aproximadamente la mitad de su historia, mientras que el UNITEFA tiene actualmente a una investigadora como directora interina.
Hoy, es innegable que la menor presencia de mujeres en los máximos cargos no se debe a una falta de capacidad, mérito o experiencia en gestión. Sin dudas, existen condicionantes culturales que debemos reconocer y transformar.
En el marco del ciclo “Mujeres de la Química” edición 2025, la Dra. Beatriz Caputto fue entrevistada por la vicedecana Silvia Correa, quien le preguntó sobre la idea de una autoexclusión de las mujeres al momento de postularse a puestos jerárquicos de gestión. Betty coincidió en que estos sentimientos existen, basados en preconceptos culturales que todavía persisten, y que es fundamental deconstruirlos a través de diversos mecanismos, incluyendo la divulgación científica, la visibilización de mujeres en roles de liderazgo y la puesta en valor de la riqueza que aporta la diversidad de miradas a la gestión institucional, académica y científica.
En este camino de visibilización, es importante compartir las experiencias de las mujeres en la FCQ. Recuerdo cuando junto a Cinthia Stempin, amiga y colega desde hace más de 30 años, transitamos juntas nuestro último embarazo y el nacimiento de nuestras hijas, para quienes elegimos el mismo nombre: Lucía. Cuando nos reintegramos al trabajo, como buenas inmunólogas, intentamos sostener la lactancia materna el mayor tiempo posible. Así que, alrededor de las 11 de la mañana, nos buscábamos donde estuviéramos trabajando y nos íbamos a realizar la extracción de leche en el único lugar disponible: el baño de mujeres*.
Nos servíamos mutuamente de timer y de voz de la conciencia para no postergar esa tarea tan importante para nuestras hijas y para nuestro propio bienestar. No estábamos solas en esta tarea; nuestras compañeras, madres o no, nos acompañaban con gestos de solidaridad: cuando entraban al baño y veían en qué estábamos, se retiraban discretamente, dándonos el tiempo que necesitábamos. Este año, ambas Lucías iniciaron el secundario, y con Cinthia compartimos el orgullo de verlas crecer como adolescentes responsables, sensibles y seguras de sus capacidades.
Estas y otras anécdotas que seguramente han vivido muchas mujeres en la FCQ me llevan a una última reflexión. Quizás pensamos que la manera de ejercer el poder o dirigir instituciones es la que ha sido impuesta por años de gestión predominantemente masculina. Pero tal vez sea hora de animarnos a ejercer un liderazgo de nuevas formas, aprovechando la experiencia que nos atraviesa como mujeres trabajadoras, con nuestra capacidad creativa para resolver los desafíos del día a día.
*Desde 2022 y 2023, la FCQ cuenta con tres lactarios exclusivos distribuidos en distintos edificios, una iniciativa impulsada por la Comisión Interclaustro de Feminismos y Géneros (CIFeG) y favorablemente gestionada por las autoridades. Sin dudas, este es un gran paso que facilita la permanencia y el desarrollo de docentes, nodocentes y estudiantes en los espacios donde elegimos alcanzar nuestro máximo potencial.