“Con los problemas ambientales que estamos observando, resulta clave que las y los niños y jóvenes comprendan la incidencia del cambio climático en la vida cotidiana”, asegura Valeria Juárez, coordinadora del Museo de la Facultad de Ciencias Químicas (UNC), rodeada de estudiantes de Las Peñas y Córdoba capital, que el viernes 28 de junio se acercaron al edificio Ciencias I para experimentar y aprender.
Más de 80 estudiantes llevaron adelante 11 actividades didácticas y recorrieron los laboratorios para hacer experimentos y conocer sobre energía, agua y suelo. Desde Las Peñas, se sumaron un quinto grado y dos sextos de la escuela primaria John Fitzgerald Kennedy, mientras que de Córdoba capital llegaron los sextos años del IPEMyT 357 José Campellone y del IPEM 202 Dr. Luis Federico Leloir.
“Es una experiencia fantástica. Las actividades prácticas les despiertan mucha curiosidad, todo aquello que puedan hacer ellos sobre química es lo que más les gusta”, comenta Gabriela Bermejo, docente de ambos establecimientos técnicos y bioquímica egresada de la FCQ. “Me encanta venir al Museo de mi Facultad”, cuenta.


Química en todas partes
Denominada “Con el foco en el ambiente”, la actividad se desarrolló entre las 10 y las 13. Además de los stands tradicionales del Museo de Ciencias Interactivo (MCI), el equipo de docentes, nodocentes y estudiantes preparó actividades específicas.
La simbiosis entre algarrobos y bacterias, la capilaridad, la tensión superficial, el filtro de carbón activado, la inmunidad vegetal, la relación entre la química y la luz y la cianotipia fueron algunos de los ejes ambientales con los que se encontraron las y los estudiantes.
“Me interesó mucho el vínculo entre la luz y la química, no sabía sobre eso y las fluorescencias”, describe Nadia Carrizo del IPEM 202, quien visitó por primera vez la Facultad. Su compañera, Tiziana Oviedo, asegura: “Me gustaron las reacciones que se producían y lo de la cianotipia porque no sabía que la fotografía se había hecho gracias a ese procedimiento”.



Esta es la primera vez que el Museo organiza un programa enfocado en el ambiente, pero desde el MCI aseguran que la idea es repetir la propuesta durante las próximas vacaciones de invierno. El desafío es seguir descubriendo de manera didáctica cómo la química actúa en el ambiente que nos rodea, a cada momento.
“En el stand de cianotipia, por ejemplo, vimos la importancia de la luz del sol en los procesos químicos y cómo ésta ayuda a la vida misma. Antes de la llegada de la luz eléctrica, se descubrieron muchas reacciones provocadas por la energía solar que influyen en lo cotidiano. En el caso de las plantas, es interesante ver cómo su sistema de defensa las protege de organismos patógenos que atentan contra su salud”, explica Valeria Juárez.
En los laboratorios y pasillos de la Facultad no solo intervino la comunidad científica. Los stands interactivos promovieron la participación de las y los estudiantes, quienes, por ejemplo, observaron tejidos vegetales mediante lupas y microscopios e incluso completaron la copa de un frondoso árbol con ideas acerca de la importancia de la ciencia. En una de las tantas hojas, se lee: “La ciencia te ayuda para todo y está en cada cosa que utilizamos. Gracias a ella podemos prevenir y curar enfermedades y muchísimas cosas más”.





